Desde 2008, la cátedra de Psicología Evolutiva II de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales impulsa talleres con adultos mayores para integrarlos activamente a la vida universitaria. El profesor Antonio Ismael Vilte y una estudiante extensionista se refirieron a la experiencia, el intercambio generacional y la necesidad de desmitificar prejuicios en torno a la vejez.
¿Cómo surge esta experiencia de trabajo con adultos mayores en la universidad?
Desde el año 2008 venimos trabajando con adultos mayores desde la cátedra de Psicología Evolutiva II. Algunos años con más talleres, otros con menos, según el apoyo institucional y el contexto. Pero el objetivo siempre fue el mismo: hacer que el adulto mayor sea parte activa de la vida universitaria.
¿Qué etapas identifican en estos años de trabajo?
Dividimos el proceso en tres etapas. La primera, de 2008 a 2020, fue de presencialidad plena, con hasta 30 talleres y una gran participación. Luego, en 2020 y 2021, vino la etapa virtual a causa de la pandemia. Aun así, pudimos sostener el único taller que funcionó de manera continua, todos los miércoles a las 10 hs. La tercera etapa, desde 2022 hasta hoy, es de vuelta progresiva a la presencialidad.
¿Qué contenidos se trabajan en los talleres y con qué objetivos?
Los talleres buscan que el adulto mayor se incorpore a la universidad, no como oyente pasivo, sino como sujeto activo. Participan en jornadas, escriben, exponen, presentan ponencias. Nos interesa que sientan que este también es su lugar, donde pueden compartir saberes y sentirse valorados.
¿Se habla en los talleres sobre los problemas que enfrentan los adultos mayores?
En cada temática (familia, trabajo, sexualidad, adolescencia) surge una mirada crítica desde sus experiencias. Se analizan cuestiones como el sistema previsional, la salud, el lugar social del jubilado. Incluso usamos películas, como La vida comienza hoy, para reflexionar en conjunto y cuestionar prejuicios.
¿Qué enseñanzas les deja esta interacción?
Una de las cosas que más nos impacta es cuando ellos nos dicen: “No sabemos más que ustedes, también necesitamos aprender”. Esa frase rompe con la imagen del adulto mayor como sabio absoluto. Nos muestra que también tienen dudas, inseguridades y ganas de seguir creciendo. Eso es lo que buscamos: desmitificar la idea de que, por ser mayores, ya no hay nada más por vivir o aprender.
¿Tienen datos sobre la cantidad de talleres y personas que participaron?
Hasta hoy contabilizamos 550 talleres realizados todos los miércoles desde 2008. Participaron entre 150 y 160 adultos mayores, y cerca de 80 estudiantes han sido parte como voluntarios o extensionistas. Muchos de esos jóvenes hoy ya son profesionales, y el impacto de esta experiencia los marcó.
Finalmente Daiana Cardozo se refirió a la experiencia que tuvieron desde las cátedra y al rol de los estudiantes en este espacio, al respecto señaló:
Los estudiantes de Ciencias de la Educación, como yo, realizamos prácticas junto a los adultos mayores. Nos ayuda a conocer otras realidades y a eliminar prejuicios. Aprendemos de su experiencia, pero también les enseñamos desde nuestra formación. Es un intercambio mutuo y enriquecedor.
¿Cómo se da esa retroalimentación?
Ellos nos aportan desde su trayectoria de vida y nosotros desde los conceptos teóricos. Nos ayudan a bajar a tierra muchas ideas, y al mismo tiempo se nutren de lo nuevo. Nos dicen que aprenden con nosotros, que los jóvenes también tenemos algo que enseñar. Eso genera mucho respeto y comprensión.