Luciano Peirone, socio fundador de Antropos Wines, cuenta cómo nació la primera y única bodega de San Salvador de Jujuy. La calidad de las uvas, el crecimiento sostenido, la innovación en espumantes y la búsqueda de acercar el vino jujeño al público local son algunas de las claves de un emprendimiento que pone en alto la producción vitivinícola de la provincia.
Luciano Peirone es propietario y socio de Antropos Wines, un proyecto vitivinícola que nació en 2020 en San Salvador de Jujuy. Hoy, con 70.000 litros de vino producidos al año y la primera bodega de espumantes de la provincia, apunta a conquistar tanto al consumidor local como a mercados nacionales e internacionales. En esta entrevista, repasa el camino recorrido, los desafíos de producir vino en altura y las proyecciones de un sector en crecimiento.
—¿Cómo surge la idea de crear Antropos Wines y en qué punto se encuentra hoy el proyecto?
Empezamos este proyecto con Seba Escalante hace cinco años, en diciembre de 2020. La idea inicial era muy chiquita: hacer 200 litros de vino. Pero ya el primer año terminamos haciendo 5000, y hoy estamos en una producción de 70.000 litros. Además, recientemente abrimos la primera y única bodega de espumantes de Jujuy, con vinos con burbujas (que algunos llaman champagne, aunque técnicamente no lo es). Fuimos creciendo en base a la demanda y también desarrollando el mercado.
—¿Cómo responde el mercado jujeño frente a un producto local como el vino?
El vino jujeño todavía está en proceso de posicionamiento. Jujuy no tiene un gran consumo interno de vino, pero eso está cambiando. La provincia empieza a ser reconocida como una zona de interés a nivel nacional. Hay una demanda creciente, sobre todo de vinos jóvenes. Nosotros apuntamos también al consumidor local, queremos que el jujeño se anime a probar lo que se produce en su tierra.
—¿Qué características tienen sus vinos y a qué público están dirigidos?
Hacemos un poco de todo: vinos blancos, rosados, tintos, claretes, naranjos. Algunos como el vino naranjo, que se hace con uva blanca 100% torrontés, no son tan conocidos por el público general pero sí muy valorados por quienes buscan probar algo distinto. Nuestros vinos se venden en un rango de precios que va de los 20.000 a los 45.000 pesos por botella. Puede parecer elevado, pero la calidad los justifica y ya han sido reconocidos con premios nacionales e internacionales.
—¿Qué hace especial al vino producido en Jujuy?
La calidad de la uva jujeña es excelente, no tiene nada que envidiarle a las mejores zonas productivas del país. Nosotros no tenemos viñedo propio, pero trabajamos con productores de distintas zonas de la provincia: desde el Valle Templado, entre Campo Blanco y Guerrero, hasta la Quebrada de Humahuaca, con viñedos ubicados entre los 2000 y 3000 metros de altura. Esa altitud aporta características únicas: mayor amplitud térmica, mejor sanidad de la uva, más concentración de aromas. Todo eso se refleja en el producto final.
—¿Qué desafíos enfrentan en cuanto a los precios y la demanda?
El precio lo termina marcando el mercado. Desde el principio nuestra política fue intentar hacer el vino más accesible, por eso invertimos en tecnología y en capital humano para reducir los costos productivos. Pero también es cierto que producimos volúmenes pequeños y eso encarece. Los vinos más caros llevan procesos más complejos, paso por barrica, vinificación más artesanal. Pero no queremos que el precio sea una barrera. Apuntamos a que también el jujeño se anime a consumirlo.
—¿Tienen en mente un producto más masivo, con un precio más accesible?
Es algo que venimos pensando y ya está en planificación. Queremos sacar una línea de entrada de gama, que sea más accesible, pero sin perder calidad. Sería un vino sin paso por barrica, más fresco, con un proceso más directo. Ya tenemos el producto armado, aunque todavía no queremos adelantar mucho. La idea es que todo el mundo pueda tomar nuestros vinos, no solo quienes están más metidos en el mundo del vino o los turistas.
—¿Cuáles son las proyecciones para el futuro del vino en Jujuy?
Jujuy tiene un potencial enorme. Estamos viendo un crecimiento sostenido de la actividad, tanto en superficie cultivada como en número de productores. Hay cada vez más interés, tanto local como externo. Creemos que el vino puede convertirse en un símbolo de la identidad jujeña, al igual que lo son la música o la gastronomía. Nuestro desafío es seguir apostando a la calidad, innovando y acercando el vino a más personas, dentro y fuera de la provincia.
Antropos Wines, con su apuesta por la calidad, la innovación y la identidad local, se posiciona como un actor clave en la naciente industria vitivinícola de Jujuy. Durante la II Jornada de Ciencia y Tecnología realizadas el pasado mes dieron detalles acerca de la experiencia que vienen realizando en la provincia.