Desde la estación experimental en Yuto, Jujuy, trabajadores del INTA advierten sobre el vaciamiento progresivo del organismo. Denuncian cierre de agencias, recorte de presupuestos y el intento de modificar sus líneas estratégicas de trabajo. Las comunidades, productores y gobiernos locales expresan su apoyo al rol clave que cumple el INTA en las economías regionales.


¿Cuál es la situación actual que más los preocupa en el INTA?

Lo que más nos preocupa son varios temas, pero te los puedo poner en un orden de prioridades. Primero, el desfinanciamiento, y luego el cierre de agencias de extensión rural. Esas agencias son las que permiten bajar al territorio todo el conocimiento generado en nuestras investigaciones. También nos preocupa mucho la pérdida de autonomía en las líneas de trabajo. El INTA funciona con consejos a nivel nacional, regional y local donde participan tanto el sector público como privado. Si se intervienen estos espacios, cualquier gobierno de turno podría modificar las líneas estratégicas del instituto, que llevan años de desarrollo.

¿Por qué es importante mantener líneas de trabajo a largo plazo?

Porque no se pueden cambiar de un año para el otro. Estamos trabajando, por ejemplo, con variedades de mango, palta, cultivos que requieren entre 3 a 6 años de evaluación. Necesitamos políticas de Estado a mediano y largo plazo. Si decidimos apostar por ciertos cultivos y después cambiamos repentinamente, tiramos por la borda años de trabajo.

¿Cómo reaccionaron los productores ante esta situación?

En principio era una preocupación interna, pero la verdad es que recibimos mucho apoyo, tanto de gobiernos locales como de asociaciones y colegios del sector productivo. Nos sorprendió gratamente porque uno a veces no toma dimensión del impacto de su trabajo. Nosotros nos concentramos en investigar, mejorar la producción, pero no siempre vemos el efecto global que eso tiene sobre las economías regionales.

¿Quién se beneficia con este ajuste al organismo?

Yo creo que hay una visión sesgada. Se piensa: “recortemos el Estado porque gasta mucho”. Pero no se mide el impacto que nuestro accionar tiene en el territorio. No solo es nuestro sueldo, es todo el movimiento que generamos en comunidades vulnerables. Las decisiones están pensadas desde la macroeconomía, desde los grandes números, sin ver el impacto real en productores del Bananal, Palma Sola o Tilcara, que hoy ya no producen solo para subsistencia, sino que están fortalecidos, organizados, gracias al trabajo del INTA.

¿Qué líneas de trabajo estarían más comprometidas si avanzan los recortes?

La más comprometida es la extensión rural, sobre todo con agricultura familiar. Es la que menos impacto tiene en números macro, pero mucho en lo social. Para una familia de Palermo, medio millón de pesos no significa mucho, pero para un productor de las yungas, esa suma puede cambiarle la vida. No se está viendo ese impacto en la comunidad.

¿Por qué es único el modelo del INTA en Argentina?

Porque en el INTA la investigación y la extensión están articuladas dentro del mismo organismo. Eso no pasa en otros países. A medida que investigamos, hacemos transferencia directa al sistema productivo. Y no solo trabajamos con pequeños productores, también con medianos y grandes, en temas donde el sector privado no puede intervenir por los plazos o la complejidad. En forestación, por ejemplo, evaluamos clones de eucaliptus, álamos y sauces, un trabajo que puede tardar entre 5 y 8 años. Las empresas no pueden asumir eso.

¿Qué estrategias están adoptando para resistir este vaciamiento?

Primero se buscan declaraciones de apoyo institucional, como las que hicieron consejos deliberantes y algunos gobernadores. En una segunda instancia, empezaremos a trabajar con senadores y diputados. No es una queja, es una defensa para potenciar a la institución. Incluso en las reuniones con intendentes surgieron nuevas ideas para trabajos conjuntos entre municipios. Son espacios que fortalecen aún más nuestro trabajo.  Es importante que la sociedad entienda de dónde salen los alimentos, la sanidad de las hortalizas que consume. Nos cuesta como técnicos comunicar, pero es clave que todos sepan el rol que cumple el INTA.