La Escuela de Minas "Dr. Horacio Carrillo" de la Universidad Nacional de Jujuy, celebró esta mañana el 82° Aniversario de su creación, un 8 de julio de 1943. Viejas y nuevas generaciones se dieron cita al acto protocolar en el que también festejaron el Día de la Independencia Argentina.
Con discursos emotivos, canciones y danzas, toda la comunidad educativa recordó este importante día que contó con la presencia de autoridades de la UNJu, de la Facultad de Ingeniería, representantes del sector minero, del Círculo de Exalumnos, docentes, estudiantes, referentes gremiales y familias.
El Himno Nacional Argentino resonó de la mano de jóvenes artistas pertenecientes a la Orquesta de Instrumentos Andinos y Latinoamericanos de la Escuela de Música y en sus palabras de apertura, la directora de la Escuela, Lic. Laura Mastrandrea, expresó que hace 82 años, "con la ilusión y el legado de Carrillo, se sentaron las bases de una institución que hoy nos enorgullece. Una escuela que se distingue por su formación integral, sus valores, y por brindar herramientas para enfrentar los desafíos del futuro, con la excelencia como bandera”.
El acto contó con momentos musicales, danzas y reflexiones a cargo de estudiantes, quienes recordaron el significado profundo de la Independencia, no solo como hecho histórico, sino como una construcción cotidiana.
“La independencia se defiende con nuestros actos, nuestras decisiones, nuestros valores. Hay que romper las barreras de la injusticia, del egoísmo, de la mentira, de la ambición desmedida, y luchar por un país más justo, sincero y solidario”, señalaron los jóvenes.
La vicerrectora de la UNJu, Dra. Liliana Bergesio, también dejó un mensaje a la comunidad educativa y sostuvo que "No se puede ser feliz ni progresar si no es en comunidad".
"Una persona sola, no alcanza la plenitud, el crecimiento es colectivo. Hoy celebramos dos cumpleaños: el de la Patria y el de esta Escuela que nos llena de orgullo. Y lo hacemos con un fuerte compromiso con la educación pública, gratuita, inclusiva y de calidad, que es la que nos da oportunidades".
Uno de los momentos más emotivos del acto fue el homenaje al Geólogo Lucio Armatta, exdocente de la institución y autor de la música del “Saludo a la Escuela de Minas”. Armatta falleció recientemente, y su recuerdo estuvo presente en cada estrofa entonada con emoción por toda la comunidad educativa. En reconocimiento a su legado, se hizo entrega de un presente a su familia, que acompañó la ceremonia con profunda gratitud y visiblemente conmovida.
Entre los invitados especiales, los exalumnos fueron protagonistas. Horacio Cruz, egresado en 1974 y actual presidente del Círculo de Exalumnos, compartió recuerdos de otra época en diálogo con UnjuDiario y contó que cuando cursaba sus estudios "la Escuela era un internado".
"Para nosotros el tiempo en la Escuela fue toda una vida, la mayoría veníamos del interior de Jujuy, de Salta y de Tucumán. Vivimos cinco años juntos, compartiendo tristezas y alegrías, pero siempre unidos. La escuela estaba en la calle Patricias Argentinas… Son recuerdos que no se borran nunca”.
Recordó también que, a partir del tercer año, los estudiantes realizaban prácticas en distintas minas del país, como Río Turbio, Pirquitas, Aguilar y 9 de Julio, como él que trabajó en Altos Hornos Zapla y después en el sector privado, en Volcán y Humahuaca.
"Siempre voy a estar agradecido con esta escuela que me marcó para siempre y la llevo muy profundo en el corazón", expresó con emoción.
El festejo también fue una oportunidad para mostrar el presente vivo y productivo de la Escuela de Minas. Estudiantes de los últimos años exhibieron el resultado de sus prácticas en los laboratorios, donde elaboraron vinos, licores, harinas y panificados. Cada botella y envase, además, llevaba una etiqueta diseñada por ellos mismos, como parte del enfoque integral de la formación que reciben.
Maite, estudiante del último año, contó que prepararon "vinos, licores de manzanilla, ananá, dulce de leche, frutos rojos, menta, tusca. También harina de uva, que usamos para hacer galletas, panqueques, brownies y mermelada con un toque de vino. Todo fue hecho por nosotros, desde la elaboración hasta el diseño”.
“Estar estos seis años en la Escuela de Minas fue lo más hermoso. Aunque tuvimos dos años de pandemia, si fuera por mí, no me iría. Llegué a pasar más de 36 horas seguidas acá. Es como nuestra segunda casa. Los profes son amorosos, te escuchan, te entienden. Esta escuela es especial: somos como una familia. Acá hay amor”.
El acto concluyó con una chocolatada con facturas, parte de las tradiciones de esta historia colectiva que sigue escribiéndose cada día.