Alejandra integra el grupo de “Una familia sin adicciones” es madre, trabajadora y activista social. I Transformó el dolor por la adicción de su hijo en una causa colectiva. En esta entrevista relata su experiencia personal, su lucha diaria, y la urgencia de políticas públicas que incluyan la internación involuntaria como parte del abordaje integral frente al avance de las drogas en Jujuy.
—Alejandra, ¿cómo comenzó tu compromiso con esta causa?
Yo siempre estuve cerca de lo gremial, porque sentía que debía cuidar y respaldar a mis compañeros. Toda la formación que tuve me sirvió para aprender sobre derechos y deberes. Pero mi verdadera lucha empezó en casa. Tuve un hijo adolescente que, cuando me fui a estudiar a Córdoba, se quedó en Jujuy y lamentablemente cayó en malas amistades, en las drogas. Fue un desafío enorme tratar de ayudarlo. No sabía qué hacer. Intentaba cambiarlo, pero no podía.
—¿Cómo afrontaste esa situación?
Quería ayudarlo y sentía que no estaba preparada. Entonces decidí capacitarme, hice cursos en Salta sobre cómo acompañar a chicos con adicciones. Así empecé a ayudar también a otras madres. Desde ahí, nació este camino de lucha, de formación, de contención. Gracias a eso pude sacar adelante a mi hijo, aunque la batalla sigue. No bajé los brazos. Este jueves , por ejemplo, tenemos una movilización por el Día de la Lucha contra las Adicciones en Plaza Belgrano.
—¿Cómo fue vivir todo esto como madre y también como vecina, como mujer de barrio?
Fue muy difícil, pero también me fortalecí. Tengo otro hijo, de 15 años, que vivió conmigo todo este proceso. Él sabe lo que pasamos, es muy consciente, me ayuda a hacer afiches, vamos a las marchas. No sale mucho, es estudioso. A veces llevamos comida a quienes lo necesitan. Para mí, eso también es educación: mostrarle que se puede ayudar. Gracias a eso, hoy soy feliz. Mi hijo mayor está trabajando en Entre Ríos y mi hijo menor es mi compañero de lucha.
—¿Cómo ves la situación de las adicciones en la provincia hoy?
Es muy preocupante, antes se creía que las drogas estaban solo en los barrios más marginados, como Azopardo. Hoy no, hay chicos con adicciones en todos los sectores. Hijos de médicos, de jueces, de familias con buen pasar. Hemos hecho encuentros con madres de Palpalá, de San Pedrito, del barrio Tupac Amaru, cada vez somos más. La droga no discrimina. Por eso el trabajo de contención familiar es importante.
—¿Qué creés que está fallando? ¿Por qué los chicos caen tan fácilmente?
Hay más gente que vende, eso es lo primero. Lo sabemos, denunciamos, pero muchas veces no pasa nada, porque vuelven a abrir. Es desgastante. Pero también falta prevención, hay que hablar con los chicos en la primaria, explicarles qué es la droga, que van a encontrársela en la vida, y que tienen que saber decir no. Y a los que ya están en la adicción, hay que tratarlos. Sin bajar los brazos. Se están perdiendo generaciones enteras, jóvenes que mueren en la calle.
—¿Qué tipo de cambios concretos están pidiendo?
Estamos pidiendo una ley específica para los adictos. Porque la Ley de Salud Mental, que es nacional, no alcanza. No contempla la internación involuntaria. Y nosotros, que lo vivimos en carne propia, sabemos que un chico en ese estado no tiene voluntad. No va a decir “quiero curarme”, porque ni siquiera tiene conciencia de su situación. Pierde la noción del frío, del peligro, de su propio cuerpo. Nosotros creemos que, como madres, familiares tenemos que poder intervenir.
—¿Presentaron algún proyecto en la legislatura?
Sí, se lo presentamos al diputado Luis Cabana. Pero hasta ahora no obtuvimos respuesta. Lo que queremos es una casa con equipo interdisciplinario, donde los chicos puedan estar al menos un año, con tratamiento, educación, contención. Donde puedan recuperar la vida. También propusimos trabajar en escuelas, con prevención desde la primaria. Si la provincia sacara una ley propia, sería un ejemplo para el resto del país. Porque esta lucha no es solo de Jujuy. Es de todas las madres argentinas.
—¿Hay datos oficiales sobre la situación en la provincia?
Todavía no hay estadísticas claras. Solo algunas psicólogas, como la del hospital de Palpalá, manejan cifras sobre los chicos que atienden. Y no dan abasto. Ese hospital es muy chico para toda la provincia. Ahí se hacen las evaluaciones previas a la internación, pero no alcanza.
—¿Qué mensaje dejarías a otras madres que atraviesan esto?
Que no están solas. Que no bajen los brazos. Que no podemos cambiar al hijo, pero sí podemos cambiar nosotras. Aprender cómo ayudarlos, cómo acompañarlos. Y seguir luchando, porque la vida de nuestros hijos lo vale. Por ello invitamos desde el grupo “Una familia sin adicciones”, a participar de actividades relacionadas a la prevención del consumo problemático de 9 a 12 hs. este jueves en el Centro Cultural Manuel Belgrano.

