Cada 1 de agosto se celebra el Día de la Pachamama, una festividad ancestral profundamente arraigada en la cultura andina, que en nuestra provincia se vive con intensidad y respeto.
El término Pachamama proviene del quechua: pacha significa "mundo" o "Tierra", y mama, "madre". Durante todo el mes de agosto, y especialmente en su primer día, se realizan rituales de agradecimiento y reciprocidad con la Madre Tierra por todo lo brindado durante el año: las cosechas, el agua, los alimentos, la vida misma.
En Jujuy, esta fecha tiene una dimensión simbólica y cultural muy significativa ya que por Ley Nacional N° 26.891, sancionada en 2013, la provincia fue declarada Capital Nacional de la Pachamama. Además, cada 1° de agosto se establece asueto administrativo y escolar, en reconocimiento del valor cultural de esta ceremonia.
“El rito de la Pachamama es un acto de reciprocidad”, explicó la ingeniera Magda Choquevilca, docente de la UNJu en diálogo con este medio, "consiste en una ofrenda en agradecimiento por todo lo que la Madre Tierra nos ha dado a lo largo del año”.
La ceremonia tiene variantes según las comunidades, pero conserva su esencia, una conexión espiritual y cultural con la tierra.
"Vendría a ser como reiniciar un ciclo con otra mirada y con nuevas energías", dijo y agregó que "cada casa y cada familia tiene su modalidad, pero en el fondo está esta forma de mirar el mes desde lo que somos y desde lo que sentimos".
El ritual suele comenzar con el sahumado de las casas, usando plantas ceremoniales con el objetivo de "llenar de buenas energías el ambiente y, desde ahí, dar inicio a la ofrenda", contó y explicó que "puede hacerse por la noche o antes del mediodía, pero siempre antes de dar de comer a la tierra".
La ofrenda incluye alimentos, bebidas, hojas de coca, tabaco, entre otros elementos simbólicos. Pero lo fundamental, remarcó Choquevilca, es la intención: "Hay que hacer lo mejor que podamos con lo que tengamos. Se ofrece lo mejor que tengamos con el deseo de cuidar y proteger a la Pacha".