Jujuy lidera el ranking nacional de contagios por VIH, con una tasa de 34 personas cada 100.000 habitantes, según datos recientes. Esta situación preocupa al sistema de salud pública, y desde el Centro de Prevención, Asesoramiento y Testeo (CEPAT) N.º 1, ubicado frente al hospital Pablo Soria en la capital jujeña, se insiste en la importancia del testeo regular para todas las personas sexualmente activas.
El licenciado Daniel Aquino, referente del CEPAT, explicó que el testeo es gratuito, confidencial y se realiza en sólo 15 minutos mediante una pequeña extracción de sangre del dedo. “Es un análisis rápido, voluntario y anónimo. Se buscan anticuerpos o antígenos para determinar si el resultado es reactivo o no”, detalló. En caso de resultar reactivo, se activa un protocolo de confirmación médica y tratamiento inmediato.
Además del VIH, la sífilis es otra de las enfermedades con alta incidencia en la provincia, motivo por el cual existen pruebas “dúo” que permiten detectar ambas infecciones simultáneamente.
Aquino remarcó que la falta de síntomas no significa ausencia del virus, y por eso es esencial realizarse controles periódicos.
“Toda persona sexualmente activa debería testearse al menos una vez al año, aunque no haya tenido una situación de riesgo visible”, subrayó.
También enfatizó la necesidad de superar los miedos y prejuicios.
“Muchas personas prefieren venir desde otros pueblos por temor a que los vean en su localidad. Es clave entender que cuidarse no es sinónimo de andar en 'cosas raras', sino de ejercer la responsabilidad sobre el propio cuerpo”, expresó.
En Argentina, se estima que 140.000 personas viven con VIH, y cada año se suman entre 5.000 y 6.000 nuevos diagnósticos. En este contexto, Jujuy, junto con Salta y Catamarca, encabeza las provincias del NOA con mayor crecimiento en los contagios.
La mayoría de los casos se concentran en San Salvador de Jujuy, Palpalá y Perico, aunque desde el CEPAT aseguran que llegan pacientes de toda la provincia. Las edades también preocupan: cada vez hay más jóvenes, incluso desde los 13 años, iniciando su vida sexual sin protección ni controles médicos.
El seguimiento a personas con resultados preliminarmente positivos incluye asistencia médica especializada, contención psicológica y acceso gratuito a tratamiento con antirretrovirales.
“Una persona que cumple con su tratamiento puede alcanzar una carga viral indetectable e intransferible, y llevar una vida absolutamente normal”, explicó Aquino.
El mensaje final del profesional fue claro;
“Yo sé qué hago con mi cuerpo, sé cuándo digo sí y cuándo digo no. Puedo amar a alguien, pero eso no me garantiza saber su estado de salud. Testearse es un acto de amor propio y también hacia los demás”.