Francisco pidió por el alto el fuego en Gaza, pidió la liberación de rehenes y el envío de ayuda humanitaria a los hambrientos. También hizo referencia a las diversas realidades conflictivas en el mundo y recordó que la paz no es posible sin un verdadero "desarme".

El Pontífice, de 88 años, que se presentó en silla de ruedas y sin cánulas canales deseó una feliz Pascua a todos los presentes y anunció, con la voz notablemente fatigada, que sería el Maestro de Ceremonias Pontificias, Mons. Diego Ravelli, quien leyera en su nombre el mensaje pascual dirigido a toda la Iglesia Católica y al mundo entero.

“Que nunca falle el principio de humanidad como eje cardinal. Ante la crueldad de los conflictos, no podemos permitirnos olvidar que no se ataca a objetivos, sino a personas con alma y dignidad", expresó el Pontífice, que proseguirá la convalecencia por la neumonía bilateral al menos hasta finales de mayo, según la prescripción de sus médicos.

Cuando apareció, estalló el júbilo entre las 35.000 de personas presentes en la Plaza de San Pedro, informó la agencia ACIprensa. 

El Papa exclamó: "¡Cuánta voluntad de muerte vemos cada día en los numerosos conflictos que afectan a diferentes partes del mundo. Cuánta violencia percibimos a menudo también en las familias, contra las mujeres o los niños. Cuánto desprecio se tiene a veces hacia los más débiles, los marginados y los migrantes".

En dicho contexto, el Pontífice expresó su anhelo de que volvamos a tener esperanza y "a confiar en los demás, —incluso en quien no nos es cercano o proviene de tierras lejanas, con costumbres, estilos de vida, ideas y hábitos diferentes de los que a nosotros nos resultan más familiares—; pues todos somos hijos de Dios". (Vatican News)

En su mensaje pascual, el pontífice realizó un enérgico llamado a todas las partes involucradas en el conflicto de Gaza, instando a un cese del fuego, la liberación de los rehenes y la asistencia humanitaria para la población afectada. Francisco expresó su preocupación por el "creciente clima de antisemitismo que se está difundiendo por todo el mundo" y por la "comunidad cristiana de Gaza, donde el terrible conflicto sigue llevando muerte y destrucción, y provocando una dramática e indigna crisis humanitaria".

El papa también criticó la escalada armamentística global, afirmando que "la paz tampoco es posible sin un verdadero desarme". Instó a los líderes políticos a "no ceder a la lógica del miedo que aísla, sino a usar los recursos disponibles para ayudar a los necesitados, combatir el hambre y promover iniciativas que impulsen el desarrollo".

Con particular énfasis, Francisco condenó los ataques a hospitales y trabajadores humanitarios, recordando que "lo que está en la mira no es un mero objetivo, sino personas con un alma y una dignidad".

En la homilía preparada para la misa del Domingo de Resurrección, que fue leída por el cardenal Comastri, Francisco afirmó que Jesús "llora las lágrimas de quien sufre" e invitó a los fieles a "no instalarse tranquilamente en alguna seguridad religiosa" sino a "ver más allá, para descubrir a Jesús".